Le grabo con la aplicación “notas de voz” del móvil y ella me atiende, con la cara pintada, mientras recibe bolsas y bolsas llenas de comida y montones de garrafas y botellas de agua. Se llama Elena, “Llevo toda la semana viendo por los telediarios los movimientos, mordiéndome las uñas en la Universidad por venir, y hoy ya he venido a colaborar y me he quedado enganchada. Tengo que estudiar, no sé cuándo lo haré, ya lo pensaré”. Elena es una de las encargadas de la “Comisión de Logística” de la acampada de Valencia, (#acampadavlc, @acampadavlc) y está aquí como muchos otros en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, en cientos de otras plazas en España y otras partes del mundo, porque está harta, indignada, necesitada de expresarse y colaborar… y desde luego ha decidido dejar de estar quieta y callada.
Después de las manifestaciones celebradas el 15 de mayo, un grupo decidió concentrarse, y quedarse, en la Puerta del Sol de Madrid. Pocas horas después muchas otras ciudades seguían su ejemplo, Valencia entre ellas. De hecho el “cap i casal”, pasó de ser portada en la edición nacional de El País el viernes, por los casos de corrupción de algunos de sus mandatarios y políticos, a abrir plana el sábado con una foto cargada de simbolismo; la del chico de Alcoy intentando cambiar el nombre a la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, por la de Plaça del Quinze de Maig (Plaza del Quince de Mayo). “Parecía que estábamos resignados a que siempre ganaran los mismos, a que siempre se hicieran las cosas igual… pero ya estaba bien. Ahora lo que parece es que estamos despertando” comenta Ana, una mujer madura, que se pasea observando por la plaza, con su cartel que reza “Reflexionando”, y con pintas totalmente corrientes, unos vaqueros, una camisa de manga corta a rayas, unos zapatos con algo de tacón. Nada de jóvenes antisistema que parezcan haber sido entrenados en la kale borroka, se lo pregunto en broma, “Uy, no no. Yo soy una persona normal, preocupada con lo que estaba pasando y también indignada. Este movimiento me ha parecido genial y por eso me paso por aquí, para ver qué se hace y darles mi apoyo”. Apoyo desde luego están recibiendo mucho más del que, tal vez, en un primer momento se pudiera esperar. Continuamente llegaban bolsas hasta arriba de latas, fiambre, fruta, refrescos, pan, zumos… garrafas y botellas de agua, material de papelería… hasta crema solar, que estos días el calor y la radiación están pegando fuerte. Lo recogían en todos los puntos instalados en la plaza, pero sobre todo en Logística, gente como Elena. Y lo entregan personas de toda edad, vestuario y condición; como está pasando en el resto de acampadas y concentraciones.
Hay listas colgadas de necesidades, también en su página de Facebook o en su blog; cubos, arena, gasolina, pesos para sombrillas, estanterías, ceras de colores, cuerda, de nuevo bebida para hidratarse, cartulinas, alguien que se ofrezca para imprimir, alguien que se ofrezca (y hay quien ya se ha ofrecido) para que la gente se duche en su casa, sacos de dormir… y WIFI. ¿WIFI? Conexión inalámbrica a Internet tienen, según nos explicaba una de las chicas de la Comisión de Comunicación. Le pregunté de dónde la han sacado, “Nos presta el equipo y la conexión un señor que vive aquí cerca. No es que funcione muy bien, pero nos la presta por nada a cambio, así que por lo menos tenemos”. Se llama Laia, y continua explicando, “las redes sociales han sido muy importantes para organizar esto, y son importantes ahora: nos mantienen en contacto con otras acampadas, lanzamos mensajes y la gente nos lee. Pedimos cosas que necesitamos, y nos llegan mensajes de apoyo” ¿y alguna crítica o alguna nota negativa? Seguro que también les llegarán, “Sí, claro. Piensa que también las estamos usando para pedir que la gente lance propuestas, y algunas que nos llegan son un poco arriesgadas y radicales. Y críticas malas también, pero están en su derecho y si entramos a contestar lo hacemos con respeto”, termina Laia.
Un poco antes de hablar con ella, alguien cantaba en la Plaza del Ayuntamiento. Se forma un corrillo a su alrededor; era una mujer ya mayor con un altavoz en la mano y una de las octavillas de Acampada Valencia en la otra, que estaba cantando el texto que esa octavilla reza. Algo como “Búscame en el mar, búscame en las calles, donde todo es grande, donde todo aún cabe…” Cuando termina le aplauden, algunos le abrazan. Se llama Amparo y tiene 75 años, nos cuenta; Yo era enfermera, ahora soy jubilada y viuda de un guardia civil. Pero nada, no me dan apenas pensión.” Le pregunto, como a todos, por qué está aquí “Porque me preocupa y me indigna todo lo que está pasando, cómo están las cosas. Y como cristiana de las bases tampoco entiendo, por ejemplo, cómo la Iglesia puede seguir así, me refiero a los mandamases; sin bajar a la realidad. Y ahora que veo a los jóvenes, a toda esta gente en la calle, pidiendo lo que piden, me he emocionado y he querido contribuir, aunque fuera cantando ese texto” y se marchó contenta de lo que había presenciado.
No había mucha gente, era la hora de comer y la temperatura seguía subiendo; algunos de los acampados ejercían de aguador con sus compañeros y también con quienes les visitaban, se ofrecía fruta y bocadillos a todo el mundo y un chico con un chaleco reflectante avisaba de que el gazpacho manchego se estaba acabando.
Muchos aficionados del Zaragoza, que esa tarde tenían partido contra el Levante UD, están también por la plaza, curioseando. Las camisetas blancas de su equipo se mezclan con las blancas y negras que mayoritariamente llevaban acampados y visitantes, casi todas ellas con la palabra “Reflexionando” dibujada o pegada a sus prendas. También había un taller para pintar esas camisetas con ese lema; otros preferían pintarse el Spanis Revolution. Y quien no quisiera pintar sobre la camiseta, se fabricaba una pegatina o un cartel.
Y si se habla de reflexionar, en una esquina a la sombra, un corro de personas sentadas en el suelo lanzaba ideas y pensamientos en voz alta, que los demás escuchaban y aplaudían o contestaban, según se estuviera de acuerdo o no. Y de repente la jornada de reflexión se hacía carne en esas personas que proponían nuevas cosas, una de ellas, asistir a todos los plenos el Ayuntamiento, que para eso son de libre entrada, «Ya que ellos no vienen a nosotros, tendremos que ir nosotros a ellos».
Esa tarde hubo taller de blusones y chalecos falleros para los niños, que también acuden a estas acampadas. Talleres de poesía, una cadena humana y la asamblea para los “mayores”; en una de esas asambleas se acordó el decálogo de ideas y reclamaciones que ahora mismo se defienden desde Acampada Valencia.
Una pancarta gigante presidía la acampada en la jornada de reflexión. Una pancarta además con un significado muy claro: JORNADA D’INFLEXIÓ (JORNADA DE INFLEXIÓN)
Gemma Jordán
* De momento, van surgiendo nuevos movimientos e iniciativas desde Acampada Valencia. Todos los días a las 20 h se siguen celebrando asambleas a las que sigue concurriendo mucha gente de todo tipo. A una de esas asambleas Acampada Valencia ha invitado al vicepresidente tercero del Consell y conseller de Agua, Vivienda, Medio Ambiente y Urbanismo, Juan Cotino, si quiere escuchar sus propuestas y hablar con ellos en su turno de palabra, después de que el mismo opinara que tendrían que negociar con los miembros de este movimiento «ya que no se pueden tener plazas públicas invadidas». Además, han decidido acercar las asambleas hacia distintos barrios de la ciudad y crear una red que las mantenga comunicadas, para realizar una puesta en común el próximo 29 de mayo.
Aquí os dejo una serie de fotografías de estos días en la Acampada de Valencia
Fotos también cedidas por Carmen Rodrigo e Ismael Sanchis