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Se acabó con el esperpento

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Fuente: hazteoir.org

Por fin apareció el fallo del Tribunal Supremo con respecto a Educación Para La Ciudadanía, por lo que se da por finalizado -de momento- uno de los episodios más vergonzosos acaecidos en nuestro país en los últimos años. Un fallo simple, pero que no parece haber entendido en toda su dimensión el Presidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps, quien ha comentado que la asignatura «ha sido destrozada de arriba abajoen el fallo del Supremo que, en su opinión, demuestra que lo único que quería el Gobierno era adoctrinar a los jóvenes».

Tampoco parece tener muy claro de qué va la asignatura Soraya sáenz de Santamaría, tal vez porque no la pudo estudiar en sus años mozas. El Telediario matinal de Antena 3 puso en boca suya una frase que decía que el Gobierno no puede obligar ni imponer una moral a nadie. Ante todo esta la libertad de los padres de elegir qué tipo de educación se quiere para un hijo, y ya cuando éste tenga 30 años que decida lo que quiera hacer. No, por asombroso que parezca, no estaba dando la razón al fallo del Supremo. Erre que erre, hablaba en favor de la Religión. Y es que, como dice la propia Soraya, no hay nada que otorgue más libertad a una persona que darle la posibilidad a un hijo de elegir una vez cumplidos los 30, cuando ya haya tragado más ideología que un lector del ABC. Como veremos a continuación, este ejemplo no está sacado al tuntún.

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Savater. Fuente: plataformapro.files.wordpress.com

No parece haber aceptado con juego limpio la derrota ABC, que en un artículo llamado Lecciones De Ciudadanía, induce a la duda al declarar que «los magistrados sostienen que en ningún caso serán admisibles ni el «adoctrinamiento» de los alumnos ni la imposición de una «moral oficial». Y es que los programas que han aplicado algunas comunidades autónomas y los manuales de varias editoriales dejan lugar a la duda». Precisamente el adoctrinamiento y la moral oficial de la que hablan los magistrados, de quienes no aparecen los nombres -por tanto consideramos que son los que por mayoría de 22 a 9 están a favor de EpC-, es de la de la Religión en las escuelas.

Ese mismo artículo prosigue con la demencia, citando frases sacadas de distintos libros de EpC a modo de «denuncia», aunque les quede un poco a sorna. Así, comentan ejemplos tales como «Una familia es un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas. En la actualidad, el concepto de familia en nuestra cultura occidental incluye una gran variedad de modelos (Oxford Educación)», «…Pero un a cosa el el sexo biológico con el que nacemos, y otra, la identidad sexual que construimos a lo largo de nuestra vida» (Pearson Educación-Alhambra), o «La mayor amenaza que ha pesado nunca sobre la pervivencia de la familia la constituye precisamente el capitalismo (Akal)» . Nunca pensé que la asignatura tuviese tanta razón, y todo gracias a los ejemplos expuestos por ABC, todo un detalle de su parte.

En el mismo artículo, vemos otras frases sacadas peligrosamente de su contexto, como «El objetivo de esta asignatura es quitar la educación de manos de los padres, que normalmente son muy reaccionarios, y de los curas desviacionistas», de Fernando Savater, o «Es preciso que los jóvenes sean

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Pérez Royo. Fuente: expofoto.com

injustos con los hombres maduros. Si no, los imitarían y la sociedad no progresaría», frase sacada de un libro de la ed. McGraw Hill. Esto no hace más que poner de manifiesto el rigor del artículo,  redactado por  un iluminado, un tal M.A. Normal que el autor tenga que escudarse detrás de unas iniciales.

No hay nada más democrático que dejar el tema de la Religión donde debe estar, en el ámbito privado. El genial Javier Pérez Royo, toda una eminencia del Derecho Constitucional, ha dado su versión de todo el esperpento ocurrido a través de un artículo llamado Cobardía Política «El PP, aunque estaba en contra de la ley, sabía que era constitucionalmente irreprochable. Por eso, teniendo la posibilidad de que 50 diputados, 50 senadores o diversos gobiernos o parlamentos de las comunidades autónomas por ellos dirigidas interpusieran recurso de inconstitucionalidad contra la ley, no lo hicieron. El PP no ha tenido nunca la más mínima duda de que la impartición de educación para la ciudadanía como asignatura obligatoria era plenamente constitucional y que era, por tanto, una obligación de los colegios impartirlas y de los alumnos cursarlas».


La sociedad del bienestoy: Una reflexión sobre la crisis de valores (II)

La vida está llena de palabras y las palabras son representaciones del pensamiento de una pureza que no se puede encontrar en la realidad. Como dice Pessoa «los campos son más verdes en el decirlos que en su verdor» y lo dice con mucha razón.

Me sorprende como muchas veces se habla de la Verdad como si fuera un ente al que podamos estrechar la mano cuando lo encontramos por la calle. Las cosas no son tan fáciles y no digo que haya que caer en el relativismo más absoluto, pero sí que hay que tener cierta empatía a la hora de tratar ciertos asuntos, sobre todo las relaciones humanas que son, a mi juicio, el objeto de estudio que yo considero principal para solucionar los problemas que una persona puede tener en su vida.

A menudo, los conflictos entre las personas nacen como fruto de malentendidos que una vez producidos no se aclaran o no se quieren aclarar por falta de humildad de las personas. En estos casos hay diferentes posturas: la del que no le importa la otra persona pensando que no le puede aportar nada y no hace ningún esfuerzo por mejorar su relación, y la del que se humilla pidiendo el perdón y la comprensión del otro al tiempo que se esfuerza, así mismo, en comprender también.

No soy partidario de rebajar nuestra voluntad ni nuestro pensamiento a los demás. Eso haría perder nuestra personalidad, pero lo que sí considero importante es aceptar a los demás como son, sin importar si piensan o se comportan de manera diferente a nosotros.

Quizás en el mundo falle esa empatía y esa comprensión hacia los demás. Esperemos que la vayamos venciendo poco a poco todos. Y yo me incluyo.


La sociedad del Bienestoy: Una reflexión sobre la crisis de valores (I)

«Con un par… de gafas»

La sociedad del bienestoy y no del bienestar, porque la sociedad de hoy piensa en el bienestar propio y el ajeno sólo nos afecta cuando afecta a nuestro propio bienestar.

Estos días se habla mucho de crisis económica, pero llevamos mucho más tiempo hablando (aunque en menor medida) de crisis de valores. Muchos ven esto como una chorrada o como algo más relacionado con la religión que con otra cosa, pero los valores no son religiosos, son antropológicos. Es cierto que hay algunos conflictos respecto a algunas cosas, pero hay otras que todos (o casi todos) tenemos muy claras. Creo que es importante que todo demos una mayor importancia a los valores, en primer lugar porque en una sociedad económica liberal los valores son muy importantes para que no pasen cosas como las que están pasando. Lo explica muy bien jgmendez en su blog:

he hecho un esfuerzo y he aprendido algo en lo que nadie ha parecido reparar: tras esta crisis financiera provocada por personas que han perdido el contacto con la realidad – que se limitan a hacer malabarismos con los números en una pantalla de ordenador, que viven en mayor medida en y con el mundo de lo virtual que en la vida concreta y real-, tras este ejército de lobeznos y viejos tunantes, asoma su faz una crisis moral, una ausencia de ética y de conciencia dignas de considerar debidamente la condición humana y su destino correspondiente.

En una sociedad de producción masiva como la que vivimos podríamos dar una mayor difusión a los bienes y servicios, sin embargo hemos acabado llegando a una sociedad consumista.

Me preocupa el hecho de que la gente quiera ser rica en tener y no en ser. Me produce especial temor el hecho de que la gente sea tan superficial, damos más importancia a las sensaciones que a los sentimientos, al placer que a la felicidad, al prestigio que a la sabiduría… Y luego cuando hablo de todas estas cosas dicen que soy un idealista y es cierto, pero ¿dónde queremos poner nuestro límite? ¿por qué nos hemos dejado vencer y ya ni siquiera luchamos por los ideales? y lo peor de todo es que ni siquiera sabemos pedir perdón. Preferimos ignorar la realidad, excusarnos o, simplemente, apartarnos de ella sin reconocer nuestros errores, pero eso no nos llevará nunca a carecer de ellos, es más, se convertirá en el mayor error en el que puede caer el ser humano: no reconocer sus propios errores.

Reconocer los propios errores es un ejercicio de humildad que nos permite crecer como personas y no perder amistades dejándonos llevar por nuestra propia vanidad. Errar es de humanos, todos lo decimos, pero son pocos los que quieren escucharlo. Debemos aprender a escuchar una voz más allá de la propia. A mí me gusta decir que no es malo ser malo, sino que lo malo es no luchar por ser bueno. Luchemos pues por ser buenos y comprensivos con los que nos rodean. Si no nos quedaremos solos.


Salarios mínimos y salarios máximos

«Con un par… de gafas»

El salario mínimo trata de evitar la explotación de los trabajadores y es un intento de igualar las economías de los ciudadanos. En el fondo, es una medida más para la redistribución de la riqueza, pero, sobretodo, para evitar abusos. Y precisamente para evitar estos abusos y ayudar a que haya una mejor redistribución de la riqueza creo que sería una buena iniciativa (no sé si me equivoco) establecer un salario máximo. Me parece bien que el esfuerzo y el conocimiento sean premiados, pero tanta desigualdad y poca ética empresarial provoca medidas como la que ha aplicado Merkel a los banqueros alemanes que les ha impuesto 500.000 euros anuales de sueldo máximo si quieren acceder a su «plan de rescate» económico, sino cobrarían entre 1,4 y 1,5 millones de euros.

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Visiones sobre el proyecto gran simio

A los estadounidenses tampoco ha pasado desapercibido la iniciativa llevada a cabo en España que quiere otorgar derechos considerados humanos a los simios y que ya ha sido aprobada por el congreso. La adhesión de España al proyecto Gran Simio ha causado una gran estupefacción entre los medios de comunicación internacionales.

El NYTimes publicó ayer un reportaje sobre el proyecto gran simio titulado «cuando los derechos humanos se extienden a los no-humanos«. El reportaje recoge diversos argumentos que apoyan o critican el proyecto Gran Simio. El artículo termina aludiendo a los toros y preguntándose como los españoles pueden querer extender los derechos humanos a los simios cuando aceptan un espectáculo en el que se tortura a los toros o consumen alimentos como el foie gras producto de la tortura de animales, al igual que otros alimentos como el chorizo, la sobrasada, etc.

Curiosamente, en El Mundo hoy se ha publicado en «Tribuna Libre» un artículo de Felipe González Armesto un artículo que reflexiona también sobre este tema. El autor defiende en un primer momento las ideas de Peter Singer (máximo exponente del proyecto Gran Simio) y lo explica diciendo que esta iniciativa no pretende extender todos los derechos humanos a los simios, sino sólo algunos. Podría decirse que se pretende, a través de este proyecto, otorgar a los simios los derechos que tendría un niño o un ser humano con deficiencias intelectuales.

Posteriormente, Felipe Fernández Armesto, pasa a hacer una revisión crítica de las ideas de Peter Singer. En primer lugar critica el hecho de que al extenderse a los simios derechos humanos por su parecido biológico con los humanos habría que acabar incluyendo a todos los animales y plantas, por la cadena de parecidos biológicos que se establecen entre unos y otros. En segundo lugar critica que una de las razones para otorgar derechos humanos a los simios sea porque presentan características similares a los humanos lo cuál cuestiona si seres humanos que no presentan esas características (tales como el hecho de sentir dolor) deben ser sujetos de derechos humanos. Es el caso, por ejemplo, de los seres humanos en estado vegetativo.

Posteriormente Felipe Fernández hace una interesante reflexión que creo que es mejor transcribiros textualmente:

Mientras que los simios ingresen en nuestra comunidad moral por tener rasgos humanos, los humanos carentes de las características calificativas de conciencia y capacidad sensitiva perderán el derecho más básico de todos: el derecho a la vida. Los individuos afectados serán los bebés no nacidos, los moribundos y las personas con gran discapacidad cognitiva

Sin embargo, el autor afirma que «los argumentos de Peter Singer y sus colegas del proyecto gran simio son a la vez difíciles de rechazar y moralmente inadmisibles» Ante eso, el autor propone tres soluciones:

La primera supone extender los derechos humanos cuando toda la humanidad esté protegida por estos derechos «incluso los que más asco den o más rechazo susciten»

Otra respuesta sería suponer humanos a todos los seres que nos reconozcan como afines.

Por último, el artículo hace referencia a la naturaleza animal del hombre que le lleva a respetar también al resto de los animales