En defensa de la lengua


Hace ya un tiempo que se presentó en el Ateneo de Madrid el archiconocido Manifiesto en defensa de la lengua común, cuyos firmantes pretenden, a través de él, dar impulso al uso del castellano frente al acoso que sufre en ciertas regiones. Es una noble tarea, aunque incorrectamente encauzada. El verdadero enemigo de nuestra koiné no es un puñado de pobres locos de ideas esperpénticas, sino los propios hablantes del castellano.

¿Quién hace más daño a la lengua que todos hablamos? ¿El que pone un rótulo en catalán o el que lo pone en castellano pero con errores gramaticales u ortográficos? Evidentemente, el segundo, ya que está cometiendo un atentado contra esta lengua común, mientras que el primero, en caso de atentar contra algo, lo hará contra el catalán, que es otra lengua distinta a la que aquí nos ocupa.

En estos días en que tanto se habla acerca de los medios de comunicación y de su responsabilidad ante la sociedad, es hora de preguntarse si estas instituciones cumplen con su labor de transmitir a la población, especialmente a la más joven, el idioma castellano. Aunque hay otros factores, como la literatura -he dicho literatura, no basura ni sucedáneos-, que participan en la transmisión de la lengua, la esfera mediática, por su alcance e importancia, es hoy la que más incidencia tiene en este hecho, así como la que más propensa es a patear el idioma.

¿Cómo es el castellano que se usa en los medios? ¿Se respetan las normas? ¿Se usan correctamente las expresiones? ¿Qué lugar ocupan para los redactores los libros de estilo de cada medio? ¿Están dichos libros correctamente confeccionados, planteados y, a su vez, redactados?

Es responsabilidad de los periodistas velar por la integridad del castellano y por su correcto uso, establecido por las normas de la Real Academia Española de la Lengua. No es permisible que abramos el periódico y nos encontremos numerosos errores gramaticales -algunas veces hasta ortográficos-, galicismos («las medidas a tomar») o expresiones manidas, caso de «en este sentido», que se usa para todo menos para lo que se debe usar, lo cual convierte a esta construcción -y a tantas otras- en algo lingüísticamente aberrante.

Esto no son pijerías baratas. Los autores de este blog somos estudiantes preocupados por la situación de nuestra (futura) profesión, y también por la de nuestros compañeros (la cual es la nuestra también). Por eso procuramos defenderlos cuando es necesario, pero también hemos de dar un toque de atención a los periodistas y redactores en situaciones como ésta sobre la que versamos. Los profesionales de la comunicación deben ser conscientes de la responsabilidad que tienen en sus manos cuando escriben un artículo o narran un evento -especialmente si es deportivo-. Deben tener presente que, potencialmente, hay millones de personas que los leen o escuchan. Personas que, al día siguiente, repetirán las expresiones que han leído en la prensa o que han oído en la radio o en la televisión.

Evidentemente, la población también ha de poner de su parte, y ello incluye no defender la lengua común usando carteles con errores ortográficos -véase el doble signo de admiración-. Aunque ése ya es otro tema, y como aquí no pretendemos ser moralistas, sino conseguir la excelencia en nuestra profesión, procuraré no meterme en camisa de once varas.

Eso sí, al cruzar la puerta de la redacción y salir a la calle, los periodistas deberemos seguir dando ejemplo de entereza lingüística. No olvidemos que el habla hace al comunicador.

Acerca de Jesu

Programador y periodista. + info: http://jesusrodriguez.info/ Ver todas las entradas de Jesu

Una respuesta a «En defensa de la lengua»

  • Asterix

    Tal vez el espíritu primigenio del manifiesto sea correcto. Pero te puedo garantizar que el trasfondo político con el que ha sido lanzado en las comunidades bilingües dista mucho de ser bienintencionado.

    Por ese motivo, ¡NO al manifiesto!

    Saludos.

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