74 – 101: La gran mentira del Cajasol

Qué paliza. Y la verdad, se veía venir. Una sola victoria en lo que va de temporada (hombre, no creo que cuente el partido de presentación, contra un equipo que había descubierto la semana antes esto del baloncesto) y contra el Madrid, vale. Pero es que si mañana jugamos contra el Dos Hermanas, podemos ir pidiendo un empate pactado.¿Qué está pasando? ¿Cómo se puede explicar esta racha, esta verdadera mala racha? Pues con una mala gestión.

Para empezar, un homenaje aquí a la gran estabilidad de los bancos Caja san Fernando y El Monte, en los que tengo cuatro o cinco cuentas. He ido a abrir la sexta, por esto de que me gusta que me escriban cartas, pero me dijeron en ventanilla que ya gastan conmigo demasiados papeles. Luego, estos dos bancos se casan y nos traen un nombre tan psicológicamente peligroso como el Cajasol. ¿Qué? ¿Quién va a apagar un incendio con gasolina? Y ya nos echamos a temblar cuando llega don Oriol Hummet para encargarse de los fichajes. Qué alivio. Estaríamos todos dando saltos si don Oriol viniera del Madrid, del Tau o de Barcelona, pero viene del Granada, un equipo (buen equipo, esto lo digo sinceramente como amante del baloncesto y andaluz), un equipo que aún está comprando vitrinas porque no le caben los trofeos. Que sí, que trajo al Granada a Pecile (y del Granada al Caja) y a Borchardt, pero… ¿qué más? Y podemos sentirnos tranquilos y contentos con el trabajo de este señor, que ha hecho lo mejor posible y se ha comportado en todo momento como un profesional (esto se salva de ironías, es cierto). El resultado de meter lo primero que se encuentra uno o, como en el caso de don Oriol, lo que funciona y nos permite ahorrarnos unas pelas en vez de hacer desde el principio las cosas bien, el resultado de todo esto, es obvio. Un partido ganado y colistas hoy. Mucho Cajasol. Eso sí, mucho sol, pero juegan de negro.

Hagamos un repaso de las hazañas de esta directiva. Nos dejamos el dinero en cambiar la equipación, es imprescindible que en vez de jugar de verde tenemos que jugar de negro. Nos hará mejores. De acuerdo. Hacemos un contrato chulo (tiene que ser bueno) para Bennet, leyenda viva de la ABC, que se retira del baloncesto tres partdos después. Fichamos a un base de 27 años (qué futuro tiene el chaval) que no ha jugado en la ACB en su vida. Nos libramos de los Longin, Femerling, Kakiuzis… por supuesto, porque total, ¿para qué queremos que le echen narices y talento, aunque el año pasado nos dejáramos los millones y los vendiéramos como bálsamo? Homenaje a Raúl Pérez y se retira el número de su camiseta. Porque aquí nunca jugaron Richard Scott, o Turner. Pero nunca, ¿eh? Ni tampoco echamos a Raúl Pérez, tampoco. Y mira que, encima, hay jugadores que funcionan. Que Pecile es Pecile. Que Ignerski es un jugador extraordinario. Que Savanovic no para de deslumbrar. Mira que esto ocurre. Pero juegan Rivero (desde Los barrios, el futuro de este equipo), y juegan otros que para qué decir nada. Basta con decir que no funciona ni tiene pinta de funcionar.

Vergüenza total, que no quisiera alargar más, para no romper la leve cinta (o, mejor, hilo de coser) que es la ilusión de la gente. Aunque la cosa se complica cuando, en el 2º cuarto, tu equipo pierde de 23, o de 25, o de 30, y la afición aplaude que el rival haya fallado su triple (lo que, estratégicamente, ya es un error de la defensa) y hayamos cogido el rebote. Ignorancia, mezclada con desidia, mezclada con pocas luces. Y mira que se ve a quien abuchea, quien demuestra que no le gusta lo que ve, porque cuando uno pierde de 20 es que falla algo. Y si pierde de 30, es que falla alguien. Mira que los hay que piden la dimisión de la directiva, que salen (y a veces entran) roncos en el pabellón. Pero qué pocas luces. Y pensándolo bien, creo que en el próximo partido rezaré para que se vaya la luz. A ver si metemos al menos 6 puntos seguidos.